Galletas de mantequilla

Cuando Hollywood quiere plasmar una escena hogareña tiene muchas imágenes donde elegir. Una de las más manoseadas es aquella en que una abnegada madre de familia hornea galletas mientras a su alrededor pululan niños y marido ansiosos por hacerse con una, aunque quemen como el demonio. Luego está el perro golden retriever, el árbol de Navidad, las casas unifamiliares de dos plantas y cuatrocientos metros cuadrados... Lo bueno que tiene el asunto es que estos estereotipos norteamericanos tienden a parecerse a la realidad. Sin ir más lejos la pobre Hillary Clinton tuvo que hornear un pastel, creo que en un programa de televisión, para demostrar que era una "buena ama de casa" y ganarse un puñado de votantes que valoraban mucho más sus habilidades como ama de casa que el hecho de ser una abogada muy brillante.
También es conocida una anécdota ocurrida en los años cincuenta del siglo pasado. Una prestigiosa marca de productos alimentarios lanzó en Estados Unidos un bizcocho de tamaño familiar envasado. En nuestros días ésto no sería ninguna novedad pero en la época encontrar en el supermercado un producto de pastelería listo para ser consumido era algo revolucionario. Sin embargo el bizcocho, pese a las ventajas que suponía en tiempo ahorrado al ama de casa, no se vendía. Los propietarios de la empresa se extrañaban : ¿qué ocurría? ¿era el sabor? ¿el envase no era atractivo? Se lanzaron de inmediato a investigar y la conclusión los dejó pasmados : el ama de casa norteamericana se sentía "inútil" y "desplazada" por aquel bizcocho que no requería en absoluto su intervención. El sabor era perfecto, la forma también. No había nada negativo en el producto excepto en que dejaba al ama de casa de lado. Lejos de amilanarse, la empresa varió su estrategia empezando a comercializar el mismo bizcocho pero ahora en un formato "en polvo" que requería añadir leche y hornear la masa resultante. El éxito fue inmediato.
En España la situación es bien diferente. Afortunadamente a ningún amo o ama de casa se la juzga por la capacidad de hacer galletitas en el horno, tarea por otro lado que puede provocar un serio desbarajuste en la cocina. Así que por puro placer os paso una sencilla receta, la más sencilla posible, para hacer galletas de mantequilla. Además es prácticamente imposible que os salga mal. Es tan sencilla de hacer que puede resultar una divertida tarea cocinar con los niños que suelen ser muy adictos a este tipo de galletas. Como contrapartida conviene no abusar de ellas ya que son tremendamente calóricas : una sola galleta que llevara apenas 10 gramos de mantequilla superaría las 100 calorías.
INGREDIENTES :

120 gramos de mantequilla sin sal
50 gramos de azúcar *
150 gramos de harina de trigo
Pistachos, almendras o nueces muy picadas, aproximadamente 20 gramos (opcional)

* también es posible emplear azúcar glass o impalpable para mejorar la textura.

Colocamos la mantequilla en el microondas durante unos 10-20 segundos para que se ponga en pomada. A continuación, en un bol grande, depositamos la harina como si fuera un volcán, con un agujero en el centro. En el centro echamos la mantequilla semi fundida y el azúcar. Comenzamos a mezclar con la mano hasta que la harina absorba la mantequilla. Parecerá que no podemos formar una masa, que está demasiado seco. Antes de que os lancéis imprudentemente a añadir más mantequilla, trabajad la masa para formar una bola. Es mucho trabajo de estrujar, estirar, y volver a formar la bola pero al final observaréis que se forma una masa bastante compacta. No hay una regla fija para el amasado, pero cuanto más tiempo amaséis, mejor quedarán las galletas. Si amasáis poco tiempo, al hornearlas se cuartearán. Ahora estiráis la masa sobre el mármol enharinado de la cocina con la ayuda de un rodillo hasta que queda igualado y con una altura de 5 milímetros, más o menos. Podéis comprar moldes de repostería o siemplemente invertir un vaso pequeño de licor. Aprovechando al máximo el espacio comenzáis a marcar con fuerza la forma de las galletas. Cuando todala masa está marcada desprendéis con cuidado las galletas - utilizad un cuchillo o espátula si hace falta - y las lleváis a una placa de horno enharinada (no utilicéis mantequilla). Las distribuís con una buena separación entre ellas. Con el resto de la masa - la que ha quedado una vez hemos quitado las galletas - volvemos a hacer una bola y la aplanamos para seguir haciendo galletas. Y así sucesivamente. Si todo está correcto, con las cantidades indicadas podéis hacer unas 15-20 galletas.
Si os apetece, a la masa se le pueden añadir frutos secos picados para darles un toque de sabor distinto.
Precalentamos el horno a 180 grados e introducimos las galletas. En 12 minutos estarán listas. Si la altura es menor de 5 mm, bastará con hornear durante unos 7 minutos.
Sacáis la bandeja del horno y la dejáis enfriar. En cuanto esté fria será fácil desprenderlas. A pesar de la cantidad de mantequilla que llevan se muestran al tacto duras y secas.