Extractos "5 rutas para conocer Estambul en 5 días"

Hace unos días "5 rutas..." alcanzó la increíble cifra de 10.000 unidades vendidas entre libro electrónico y papel, muchos más ejemplares de los que nunca hubiera soñado. Gracias a todos por la excelente acogida que ha tenido mi libro.

.....sobre el nombre "Turquía"

¿Türkiye o Turkey? : en principio esta polémica con el nombre en inglés del país no nos atañe a los hispanohablantes. Para nosotros es Turquía y punto, un nombre cuya sonoridad castellana los turcos aceptan sin problemas. Pero para los angloparlantes las cosas cambian. El país es “Turkey” (pronúnciese “tarki”) que además es el nombre que dan al pavo. Así un americano come “turkey” (pavo) durante el “Thanksgiving” (el día de acción de gracias). Esto ha dado pie a una serie de bromas que no son del agrado de los turcos. Por esta razón en Turquía se promueve activamente el empleo de la palabra “Türkiye” en lugar de “Turkey” en todos aquellos elementos promocionales del país. Intentadlo si queréis pero no encontraréis ni una sola camiseta en todo el país con la palabra “Turkey”, sólo es posible encontrarla con la palabra “Türkiye”. Hay incluso iniciativas destinadas a promocionar el nombre “auténtico” en Estados Unidos e Inglaterra. Difícilmente la situación cambiará ya que es un término presente en la lengua inglesa desde el Medievo, mucho antes de que se descubriera América y el pavo. No es tampoco una situación única. Por ejemplo en español llamamos flamencos a los habitantes de Flandes y a su lenguaje neerlandés, vocablo que también empleamos para referirnos a un ave y a un baile típico de Andalucía. La mayoría de los flamish son conscientes de su nombre en español y se lo toman con bastante buen humor. Otro ejemplo es el nombre de Venezuela. Cuando los conquistadores españoles llegaron al país encontraron chozas levantadas con estacas sobre los ríos y lagos, los llamados palafitos. Puesto que muchos de los soldados habían hecho campañas en Italia ese tipo de construcción les recordó la ciudad de Venecia pero su pobreza, en comparación, les hizo otorgarle un nombre despectivo. Así Vene-zuela compartiría terminación con otros términos despectivos como mujer-zuela, pla-zuela etc. Esta es la razón por la cual algunos dirigentes del país sudamericano han sopesado seriamente cambiar el nombre a Venezuela. Ya vemos que el caso turco no es el único.

  ...sobre barbas y bigotes y otros pelos ....

 

Bigotes, barbas y otros pelos : si ya habéis estado en Estambul os habréis dado cuenta de la gran cantidad de hombres que exhiben poblados bigotes. El pelo en el hombre turco es sinónimo de virilidad y lo exhiben con orgullo. Los bigotes suelen ser del tipo “sadam hussein” y como dominan el rostro tiendes a ver a todos los turcos como si fueran clones. La pelambrera es apreciada en todo Oriente Medio. Recuerdo que una vez visité una escuela de Riyadh y los críos de diez años adornaban con una pelusilla rala el labio superior de manera bastante más cómica que viril.
El hombre turco poco educado también exhibe el pelo de la pechera. Gracias a Dios no se desprende de la camisa pero la deja entreabierta para meterte en la cara una mata impúdica de pelos ensortijados. No estoy en contra de los tipos que se enorgullecen de que el pelo los cubra de la cabeza a los pies pero no me gusta que me lo metan por los ojos hasta casi desear arrancármelos. Naturalmente los turcos más refinados sienten horror ante tales exhibiciones. De hecho han acuñado un término que equivaldría en nuestro idioma al quillo o lorailo y que es “maganda”. Si el tipo tiene mucho pelo, cuelga una cadena gorda de oro de su cuello, gusta de la música arabesca, y viste camisas dos tallas por debajo de lo que la realidad impondría es un maganda de pro.
El bigote siempre ha sido una muestra de lo macho que es el tipo que lo calza. Aquellos que no lo usan, por ser lampiños o no desear llevarlo, suelen levantar sospechas sobre su hombría. En la occidentalizada Estambul el asunto del bigote se está abandonando entre la juventud y las clases medias y casi nadie plantea dudas sobre la orientación sexual de los rasurados. En el centro y este del país la uniformidad capilar es casi absoluta.
Otra cosa sucede con las barbas. Los que llevan barba suelen ser considerados como radicales musulmanes. Se les mira con suspicacia en las Administraciones Públicas y las Universidades y suelen tener problemas para acceder a determinados trabajos. Poco importa si la barba es rala o si cuelga como la de un chivo, todas están bajo sospecha.
A las mujeres se les exige al contrario, esto es, que no muestren ni el vello ni el cabello. Las que son religiosas cubren este último con un pañuelo pero todas ellas, sea cual sea su extracción social o sus creencias, eliminan completamente el resto del vello del cuerpo. Las razones de este rasurado completo son higiénicas aunque en realidad entroncan con las recomendaciones que hizo el Profeta.
Según el Islam tanto hombres como mujeres debían afeitarse el pubis y las axilas aunque reconozco que no se si los hombre cumplen con esta premisa. Imagino que los muy ortodoxos sí, el resto lo dudo. Las mujeres deben eliminar el vello de la cara que sea antinatural pero se abstendrán de que los retoques se realicen con fines estéticos. Respecto a cubrirse la cabeza hay mucha controversia sobre si el Corán hace o no mención. En general el Libro Sagrado pide modestia a las mujeres y que no tienten a otros hombres que no sean su marido con ropas indecentes. Esto se ha interpretado de muchas maneras, desde la radicalidad del burka hasta la sencillez en el vestir. 
 
Las mayoría de mujeres turcas suelen hacer caso omiso a la depilación “religiosa” optando siempre por la estética. Para el vello de la cara y sobretodo arreglarse las cejas utilizan una especie de hilo trenzado que la peluquera o esteticién sujeta por un extremo entre los dientes y por el otro con el dedo índice atrapando el vello y extrayéndolo con menos dolor que empleando pinzas o cera. Gracias a este sistema – que se llama khite o fatlah, al menos en Arabia - las turcas pueden conseguir cejas muy estilizadas y antinaturales que me desagradan profundamente ya que convierte a mujeres que son bellísimas tal cual en máscaras carentes de personalidad.
De cintura hacia abajo utilizan la cuchilla o la cera tanto para las piernas como para el sexo. En el caso del sexo la depilación no pretende excitar al novio o marido, sino que se realiza por cuestiones higiénicas. De hecho los hombres turcos se excitan más pensando en pubis peludos que en el asexuado sexo de su parienta.
El tema del pelo lleva siglos dando guerra. En el siglo XI el desencuentro entre el Patriarca de Constantinopla y el Papa de Roma provocó la escisión de la Iglesia en católica y ortodoxa. Poco a poco la liturgia se fue diferenciando e incluso los sacerdotes dejaron de parecerse. El sacerdote de la iglesia ortodoxa se dejó barba y bigote mientras que el sacerdote católico siempre iba afeitado. Cuando los primeros cruzados, sin barba ni bigote, llegaron al Imperio Bizantino nadie se tomó en serio que se tratara de salvajes soldados ya que su aspecto se asociaba con los invertidos. Aún hoy en día pocos occidentales llevan barba mientras que en Oriente es muy habitual, no solo porque el Profeta lo recomendaba sino porque la tradición la favorecía..
Cuando yo viajaba por Oriente Medio llevaba una barba y bigotes ralos. En los países árabes mi imagen era inesperada en un occidental pero la deseable por ser un hombre. En Turquía era desconcertante. “¿Por qué llevaba barba?”, se preguntaban. No era por motivos religiosos porque no era ni soy musulmán e incluso era una imagen peligrosa porque la policía podía confundirme con un radical. Y no os cuento cuando se enteraban que no bebía alcohol, ellos que siempre pensaban que sin prohibición religiosa los occidentales deberíamos ir siempre borrachos. En Oriente la imagen cuenta y mucho.
Mustafá Kemal llevaba bigote cuando era soldado pero se lo quitó en los años veinte del siglo pasado, consecuente con su predicado. Claro que nadie hubiera tenido valor para acusarle de mariquita, por muy limpia que llevara la cara.