Viajar comiendo : Estambul, 2ª Parte (Taksim, Pera, Galata y Sultanahmet)


En un artículo anterior daba una visión general de Estambul. Ahora vamos a detallar un poco las visitas turísticas que recomiendo hacer y dónde comer. Mis recomendaciones no son ortodoxas, así que no os extrañe si no menciono algunos monumentos que suelen ser visita obligada para los turistas.
Si sois visitantes de equipaje ligero al llegar al aeropuerto recomiendo utilizar un servicio de autobús que conecta directamente con el centro de la ciudad. Se denomina Havas (pronúnciese Havásh) y por un módico precio te deja en Taksim. Los autobuses suelen estar estacionados justo a la salida de la terminal. Dejáis la maleta en la parte inferior - suele haber alguien de la compañía que te da un justificante y vigila que nadie se apropie de nuestras pertenencias - y subís directamente al autocar. Antes de iniciar el viaje el conductor va por el pasillo preguntando la cantidad de billetes que necesitáis. Basta con indicar con los dedos o si os atrevéis con el turco decid "bir bilet" para un billete, "iki bilet" para dos, y sucesivamente "uç"(pronúnciese uch), "dort", "bes"(besh), "alti", "yedi","sekiz","dokuz" y "on" para diez. A partir de ahí, si sois una tropa, sería "on-bir", "on-iki" etc. Ya sabéis cómo funciona esto de los números.
El viaje hasta el centro de la ciudad dura aproximadamente media hora, según el volumen de tráfico que encontréis. Sería ideal llegar a Taksim pronto por la mañana porque podríamos tomar un buen desayuno turco en la calle Istiklal. Lo vais a necesitar para acometer un frenético tour por la ciudad.
La calle Istiklal era conocida antiguamente como la calle Pera y en ella se concentran las que antaño fueron embajadas y ahora, tras el cambio de capitalidad de Estambul a Ankara, meros consulados de las potencias occidentales. Si os gusta pasear sin planos, para guiaros basta con encontrar la plaza Taksim - no hay pérdida, es inmensa - y luego buscar la silueta de la catedral ortodoxa de Hagia Triada con sus dos campanarios mudos (los sultanes otomanos permitieron a las comunidades cristianas continuar con sus ritos pero prohibieron cualquier tipo de proselitismo, siendo considerado el toque de las campanas una variante del mismo. En los países de mayoría musulmana el único llamamiento a la oración que se permite es el del muecín). La recorre además un servicio de antiguos tranvías, así que no hay posibilidad de perderse. La calle Istiklal cubre la distancia que separa la zona que rodea la Torre Gálata de Taksim. Recorrerla supone dar un paseo por el siglo XIX ya que la mayoría de edificios pertenecen a esa época. Puede que parezca una calle algo caduca y demasiado abarrotada, pero tiene ese encanto especial de lo demodé que tan bien le sienta a Estambul (lo nuevo y moderno de la ciudad revuelve las tripas aún siendo benevolente). Nada mas acceder a Istiklal desde Taksim encontraréis una serie de pequeños bares-restaurantes que anunciarán "kahvalti". Se pronuncia "ka'válte" y significa desayuno. Pedid el menú (menü) o fijaos en lo que esté escrito en la pizarra. El desayuno en Turquía es una comida fuerte si hay tiempo para tomarla. Se compone de platos calientes y frios. Entre los primeros encontramos el "menemen", una especie de tortilla semi cuajada con tropezones de tomate, pimiento verde y cebolla que tenéis que pedir sin excusas. Como la costumbre es demandar varios platos simultáneamente como si se tratara de un "mezze" os aconsejo pedir börek (una empanada de capas de pasta filo alternadas con queso u otro relleno) que se puede tomar fría o caliente (particularmente el börek recién hecho pero frio me agrada mucho más que el caliente porque permite apreciar la suave textura de la pasta filo). También son tradicionales las zeytin (aceitunas) , los domates (tomates) y el pepino fresco (salatalik). Si queréis huevos solicitad "yumurta", que se suelen servir cocidos. Pero claro, si ya habéis pedido menemen mucho huevo va a ser. Tampoco dejéis de pedir queso. Turquía tiene muchos tipos de queso pero un servidor sólo conoce tres. El primero es el beyaz peynir ("beyaz" significa blanco y peynir es la palabra que se emplea para queso) y el segundo es el kasar (pronúnciese kashár). El beyaz peynir se parece al feta griego, empleándose principalmente como relleno del börek y para desayunos mientras que el kasar es un queso amarillento, parecido al kasseri griego (empleado para hacer el famoso Saganaki). El kasar se suele servir en lonchas y tiene un gusto muy especial como una mezcla de gouda y havarti. El tercer queso, pero que raramente encontraréis en los desayunos, es el hellim, que se hace a la plancha sin deshacerse. El hellim (halloumi en Grecia) tiene un sabor delicioso y una textura en la boca muy curiosa, chirriante como un trozo de cuero. Para beber lo típico es el té (çay, pronúnciese "chai") aunque yo me solía inclinar por beber ayran, una especie de yogur líquido ligeramente salado que frio es muy refrescante y calma la sed. Si viajáis en invierno una bebida recomendable es el salep que se obtiene de una orquídea y calienta el cuerpo en cuestión de segundos. Es posible acompañar el desayuno con zumos pero suelen ser muy azucarados y de gusto artificial. Exigid portokal suyu (zumo de naranja) recién exprimido y tendréis suerte si os sirven un mero sucedáneo de polvos. El café (kahve) es mejor ni pedirlo. Raramente sirven cafe turco (es como si se hubieran olvidado
de cómo se tiene que preparar) y suelen servir un horrendo Nescafé (lo pronuncian tal cual) liofilizado.
Si sois viajeros que viajáis con prisa podéis hacer como hacen millones de estudiantes y trabajadores de Estambul : entrar en una pastelería (pastane) para comprar un simit o una porción de börek. El simit es un pan redondo adornado con semillas de sésamo que se come solo o acompañado de mermeladas o quesos. El börek se compra por peso. En las pastelerías hay unas grandes bandejas redondas o cuadradas con el börek recién hecho. Pedís un corte o un peso determinado. Por ejemplo, "yarem kilo", que significa medio kilo. Si medio kilo es mucho, un cuarto tal vez se ajuste más a vuestras necesidades. Solicitad entonces "çeyrek kilo" (cheyrék kilo). Comprad siempre es una pastane, jamás de los vendedores ambulantes. Encontraréis muchos que venden simit. Tiran de un carrito con los simit metidos en una especie de urna de cristal. Pero fijaos en las manos que os los servirán y comprobaréis que hace años que no han visto ni el agua ni el jabón. Mejor no arriesgarse, por muy atractiva que se vea la mercancía.
Otra opción es desayunar en la terraza exterior del hotel Mármara, una mole inmensa que se alza no en la Avenida Istiklal sino directamente en la plaza Taksim. El ruido es infernal pero el desayuno puede ser muy similar al que tomáis en casa y el servicio os atenderá sin problemas al menos en inglés. Lo único que merece la pena del desayuno en el Mármara es contemplar el frenesí de una ciudad con 10 millones de habitantes mientras, con la tranquilidad del turista, te rascas la barriga.
Istiklal es muy turística pero todavía muy de los habitantes de Estambul, así que los precios están dentro de un nivel aceptable. Conviene pasear con calma por una avenida que ha permanecido casi inalterada desde el siglo XIX. Será como estar reviviendo el ocaso del imperio otomano. Al avanzar por Istiklal, pero todavía próximos a la plaza Taksim nos fijaremos en el restaurante Haci Baba. Lo vamos a dejar para la cena si tenéis vuestro hotel por la zona. Es un restaurante muy turístico así que no tendréis problemas con el idioma. Debido a su excesiva popularidad lo habría eliminado de mi agenda hace tiempo pero no lo hago porque se come realmente muy bien. Bordan la cocina turca tradicional y otomana y es por tanto de visita obligada. Está situado en el primer piso de un viejo edificio que data de principios del siglo XX y dispone de una estrecha terraza cubierta donde se puede cenar durante todo el año. Los entrantes frios y calientes se toman de un bufet mientras que el plato principal se sirve en la mesa directamente. La carta está en inglés y turco por tanto no deberéis tener problemas para seleccionar los platos que más os apetezcan. Si dudáis ante la inmensa oferta estas son mis recomendaciones.
Como entrantes recomiendo la Patlican Salatasi (ensalada de berenjenas, pronúnciese Patleyán salatasi), el humus que es un puré de garbanzos, los tursu (diferentes vegetales en vinagre, zanahoria, coliflor etc), los sarma (hojas de parra rellenas de arroz u otros ingredientes), los biber dolma (pimientos rellenos de arroz), bamya (un vegetal que se conoce en otros lugares como okra y que se prepara como un delicioso estofado) así como los sigara boreki, que es una hoja de pasta rellena de queso que se come caliente. Mención aparte para las enginar, literalmente "alcachofas". No las busquéis visualmente porque no se consumen tal y como hacemos en occidente. Le quitan las hojas dejando sólo la base y una parte del tronco. Las conservan en aceite de oliva y se toman como aperitivo. Están realmente buenas. Como plato fuerte os recomiendo cualquiera de carne - el pescado es poco y se cocina fatal en Turquía - pero, sea cual sea, acompañado de Hunkar Kebap, un puré de berenjenas que era una especialidad de la cocina del sultán. Vamos, una delicatessen. Para los postres hay tres recetas ineludibles : el Kabak Tatlisi, el Ayva y, si vais durante el Ramadán, el Tavuk Gogsu. El Kabak Tatlisi es un dulce que se elabora con calabaza. El Ayva o Ayva Tatlisi - lo de tatlisi significa dulce - es para mí el mejor postre de Haci Baba. Se trata de una confitura de membrillo coronada con nata. Totalmente espectacular. En Ramadán es típico, al menos en algunos restaurantes de cierta categoría, incluir en la carta el Tavuk Gogsu que es un dulce hecho con...pechuga de pollo. Y sabe a pechuga de pollo y sabe a dulce, así que mejor lo probáis y formáis vuestra propia opinión. Pero, como ya he dicho, dejamos la visita a Haci Baba para la noche. De momento continuamos visitando Istiklal.
Uno de los primeros hitos del camino es el pasaje de las flores, Çiçek pasaji, una galería que rememora, para quienes la conozcan, la Galería de Milán. El nombre se lo debe a las tiendas de flores que antaño la ocupaban, ahora reconvertidas en encantadores cafés y restaurantes. Frente a ella se encuentra el Liceo Galatasarai, la institución de enseñanza más antigua del antiguo imperio Otomano y que todavía funciona a pleno rendimiento. Creada durante el siglo XVI, proveyó a la corte de los mejores funcionarios y aún hoy en día educa a la élite del país. El Galatasarai dispone de varias instituciones repartidas por la ciudad y de él procede, al menos en sus inicios, el equipo de fútbol del mismo nombre.
Avanzando un poco más hacia la Torre Gálata nos adentramos en la zona que albergaba la mayoría de embajadas de los países occidentales. Muchas siguen funcionando porque Estambul no ha dejado de ser importante a pesar de perder la capitalidad. Además funcionan como centros culturales. Los consulados organizan exposiciones, exhibiciones cinematógraficas y en general cualquier tipo de actividad que promocione la cultura del país organizador.
En la zona de los consulados encontraréis el hotel Pera Palas. Creo que ya he dicho anteriormente que el nombre dado por los levantinos a la zona de Istiklal (que para los turcos es la zona de Beyoglu, pronúnciese Beyoolu) es el barrio de Pera. Los levantinos son los descendientes de los mercaderes occidentales procedentes de la zona mediterránea, generalmente franceses e italianos. Proceden de familias que llevan muchas generaciones en Estambul, en ocasiones centenares de años, y se encuentran totalmente integrados en la vida turca, distinguiéndose únicamente por sus apellidos.
El hotel Pera Palas es el más famoso de Estambul. Este sí que es un hotel con solera. Se fundó en el siglo XIX para acoger a los viajeros del Orient Express y desde entonces ha alojado a personajes de la talla de Kemal Atatürk (fundador de la moderna República Turca), Mata Hari, Rita Hayworth y El Zar Nicolás II entre otros muchos. Agata Christie escribió "Asesinato en el Orient Express" en la habitación 411 del Pera Palas y desde entonces se ha mantenido tal y como estaba decorada como homenaje a la maestra de la novela de intriga. Creo que el hotel se encuentra actualmente en fase de remodelación y es una lástima, porque sólo pasear por el lobby era una experiencia única. Además albergaba un restaurante de cocina turca tradicional -lo que ellos llaman de "cocina otomana" - de calidad mayúscula. Al final del tramo que ocupan los consulados encontraréis el llamado Tünel, a mi entender, algo que los turistas obvian y no debería ser así. El Tünel es el segundo tren subterráneo que se construyó en el Mundo tras el de Londres. Creo que data de 1875 y fue contruido por ingenieros franceses por orden directa del Sultán. El tercer metropolitano subterráneo, y el primero que se considera auténtico pues dispone de varias paradas, se encuentra en Budapest y también recomiendo su visita. El Tünel estambuleño no supuso el inicio de ninguna red de mayor extensión. Fue el primer y último metropolitano durante más de un siglo. De hecho Estambul no ha tenido red metropolitana subterránea hasta el año 2000. Por esta razón su estado de conservación - no demasiado malo - es prácticamente idéntico al que poseía en el siglo XIX. Cuenta con sólo dos paradas, salvando una distancia de algo más de medio kilómetro entre el distrito de Pera-Beyoglu y el de Gálata-Karaköy. Si lo utilizáis os saltaréis la visita a las inmediaciones de la torre Gálata para aparecer directamente en la orilla del Haliç (Cuerno de Oro), aunque también podéis desde ese punto retomar vuestros pasos y ascender hacia la colina donde se erige la torre. No se si merece la pena. La torre tiene un mero interés para el skyline de Estambul pero en ella no hay nada de especial atractivo, al menos desde mi punto de vista. Creo que hay un restaurante y que se puede ascender a lo alto para contemplar Sultanahmet.
Al aparecer en Karaköy tras utilizar el Tünel, a orillas del antiguo puerto de Bizancio-Constantinopla, estaremos muy cerca del puente de Galata y a nuestra derecha, algo más alejado, el segundo puente sobre el Haliç que se denomina puente Atatürk. Nuestro siguiente objetivo es cruzarlo y visitar la mezquita de Süleymaniye. La palabra mezquita en turco es "cami" que se pronuncia "chaami". Generalmente los turistas se centran en la zona de Sultanahmet y allí visitan la Mezquita Azul (Sultanahmet Cami). Alguien les ha vendido la idea de que se trata de la mezquita más bella de Estambul. Esto es erróneo. La mejor mezquita es, de largo, la de Süleymaniye. Fue construida por Sinan, prodigioso arquitecto del Imperio Otomano que se propuso superar Hagia Sofia. Sinan realizó muchas mezquitas estableciendo un patrón que ha perdurado inmutable hasta la actualidad en todas las mezquitas turcas : una nave central coronada por una cúpula rodeada por uno o varios minaretes muy estilizados. Estambul se encuentra sembrada hasta la extenuación de mezquitas aburridamente idénticas. Un taiwanés con el que compartí un trayecto casual por la metrópoli la bautizó como "El Cabo Cañaveral de Oriente Medio". Y es que los estilizados minaretes y su profusión recuerdan un inmenso campo de cohetes dispuesto a despegar.
La idea de Sinan era mejorar la cúpula de Hagia Sofia, una maravilla técnica insuperada durante más de mil años. Así fue como irónicamente fue la mayor basílica cristiana la que dio el modelo para todas las mezquitas actuales de Turquía y del Oriente Medio cuando éste formaba parte del Imperio Otomano. De todas maneras la mezquita más bella que construyó jamás Sinan no se encuentra siquiera en Estambul. La mezquita de Edirne, en la Trakia turca, se lleva el galardón.
La visita a la mezquita es un acto que para un occidental está vetado en la mayor parte de Oriente Medio. En mis viajes sólo he podido acceder a las mezquitas sirias y turcas. En el resto o está simplemente prohibido o te encuentras un ambiente hostil que no merece la pena desafiar. Para visitar una mezquita en primer lugar hay que respetar las horas de visita si las hay. No recomiendo hacer la visita a la hora del rezo. Luego hay que descalzarse y cubrirse la cabeza con un pañuelo en el caso de las mujeres. Los zapatos se pueden dejar a la entrada aunque lo más recomendable es llevar una bolsa de plástico no transparente donde los introducís, llevándolos colgados como si se tratara de una compra. Luego a la salida os los volvéis a calzar. Los pañuelos para las cabezas de las mujeres se pueden comprar en los puestos tipo mercadillo que hay en los aledaños de la mezquita o bien un chal o pashmina que vosotras mismas llevéis sirve también. Es importante que no se vea nada del cabello, esto es, que quede bien recogido bajo el pañuelo. Si sale una guedeja no pasa nada pero siempre hay radicales que pueden recriminar el descuido.
Terminada la visita a Süleymaniye vamos a dirigirnos a Sultanahmet, la zona más turística y bella de Estambul. Probablemente desde donde os encontréis ya podáis divisar las moles de la mezquita azul y de Hagia Sofia, frente a frente en silencioso desafío desde hace casi quinientos años.
La zona acumula la mayor parte de las visitas más emblemáticas de las ciudad : Topkapi, Hagia Sofia, El gran bazar, las cisternas bizantinas, el Museo Arqueológico y la Mezquita Azul. De todos ellos sólo me inclinaría por visitar Hagia Sofia y Topkapi, este último más por la vista del Mármara que por los apolillados "tesoros" que guarda.
Hagia Sofia no se debe traducir como "Santa Sofia". Es un error garrafal. La traducción correcta es "Santa Sabiduría" y por tanto no está dedicada a ninguna santa sino a una de las manifestaciones teológicas de Dios, la de la Sagrada Sabiduría. El que en la actualidad el nombre Sofia sea nombre de mujer ha dado pie a este error.
Esta iglesia, hoy museo y por siglos mezquita, fue construida durante el siglo VI y es por tanto una de las iglesias más antiguas que han perdurado hasta nuestras época. No había nada igual ni hubo nada igualable en la antigüedad hasta muchos siglos más tarde. Hagia Sofia ha padecido muchas vicisitudes a lo largo de la Historia. Ha vivido unos cuantos terremotos, la conversión en mezquita el 1453 y luego en museo en 1935, incluso ha sufrido muchos retoques internos y externos que la han deformado terriblemente. No obstante sigue conservando una serenidad y una grandiosidad que ninguna otra construcción que haya visto ha podido jamás igualar. Actualmente Hagia Sofia es un museo. Un museo vacío donde el continente, el edificio, es el único objeto a admirar.
Accediendo por la entrada podemos subir al primer piso a través de una rampa muy ancha. El balcón porticado que rodea el perímetro interno nos permite contemplar la cúpula y la enormidad de la construcción. Hay que imaginarse el interior recubierto de mosaicos y oro por todas partes para comprender la impresión que debía causar en la antigüedad. Cuando el sultán Mehmed II conquistó la ciudad ordenó recubrir los impíos mosaicos - a los ojos musulmanes - con una capa de yeso. La despojó de todo el ornamento sacro incorporando los elementos habituales de la liturgia musulmana. Curiosamente esta desnudez que se mantiene en la actualidad realza el carácter mágico de la construcción. Desde hace unos años diversas areas de las paredes se han visto restauradas eliminando la capa de yeso. Ahora es posible admirar algunos mosaicos tal y como los vieron los bizantinos hasta el siglo XV.
En un rincón, en una lápida incrustada en el suelo, se lee "Enrico Dandolo". Pasa prácticamente inadvertida y no debería serlo ya que corresponde al mayor enemigo del Imperio Bizantino. Por qué tiene una tumba en sitio tan carismático y por qué los bizantinos que recuperaron la ciudad tras el saco de la ciudad no la destruyeron es algo que escapa a mi comprensión. Enrico Dandolo era Dux de Venecia por el tiempo de la cuarta cruzada. Los soldados de la cruzada no eran capaces de pagar los barcos que Venecia les iba a proporcionar para liberar los Santos Lugares. Dandolo tuvo una idea. A cambio de los barcos les pedía que tomaran la ciudad de Zara en la costa Adriática, por entonces en manos del católico rey de Hungría. Al Papa de Roma por poco le da un patatús cuando se enteró de la perversa senda que tomaba su santo llamamiento. Dandolo hizo oidos sordos a las protestas del Santo Padre y los cruzados destruyeron la molesta competidora de Venecia a cambio de un bonobús. Por si quedaba alguna duda sobre el carácter comercial de las cruzadas, Dandolo dio otro paso aún más audaz : se involucró en una querella dinástica del Imperio Bizantino para finalmente propiciar el peor saqueo que Constantinopla sufriera en toda su Historia. Durante ochenta años el Imperio quedó en manos de nobles latinos de segundo orden que hicieron acelerar su progresiva decadencia. Si os habéis imaginado a Dandolo como un aventurero sin escrúpulos a lo Errol Flyn estáis equivocados. La toma de Zara y el saqueo de Constantinopla se produjeron cuando ya era nonagenario y además es seguro que era completamente ciego. Dandolo representa un hito en la perversión, en la astucia más torticera y el maquiavelismo. Prueba de ello es que hoy en día su lápida sigue en Hagia Sofia, iglesia saqueada por orden suya, y el turista despistado puede creer que fue un santo varón. Es como si Hitler hubiera sido enterrado en el Vaticano.
Después de la visita a Hagia Sofia conviene reponer fuerzas con una buena comida. Ya habréis notado durante el paseo que la oferta de restaurantes en Estambul es apabullante. Los hay a miles, en muchas ocasiones puerta con puerta y además con horarios de lo más flexible. Raramente os negarán daros de almorzar aunque sean las seis de la tarde. Lo mismo ocurre con las tiendas y cualquier otro servicio, que suelen estar disponibles las 24 horas los 365 días del año. Para comer en Sultanhmet tengo dos propuestas que atienden más a razones estéticas que culinarias. La primera consiste en almorzar en el hotel Acropol. El hotel Acropol se encuentra en la calle Akbiyik, en el espacio que media entre la Mezquita Azul / Hagia Sofia y el Mármara. La calle Akbiyik tiene un importante número de hoteles y hostales así que no os costarà demasiado encontrarla. En gran parte se trata de edificios de madera del Imperio Otomano tardío que han sido restauradas con sumo cuidado. El Hotel Acropol es pequeño, muy limpio y cómodo, pero lo que nos interesa de él es su restaurante. Se encuentra en la acristalada azotea y es un mirador impresionante sobre Hagia Sofia, la Mezquita Azul y el Mármara. Parece que puedas tocarlas con la mano pues se encuentran situadas a menos de doscientos metros. Otra propuesta consiste en acercarse a la entrada principal del Palacio de Topkapi. Si estáis frente a ella en la parte derecha hay una fuente de grandes dimensiones. En la parte izquierda se inicia una calle empedrada muy bonita - lo lamento, no recuerdo el nombre - no apta para el paso de vehículos y que en determinados tramos posee bastante pendiente. A ambos lados hay preciosas casas de madera de estilo otomano que han sido restauradas y convertidas en pequeños y confortables hoteles. Podéis comer en cualquiera de ellos pero recomiendo uno situado en la mano izquierda - de nuevo no recuerdo el nombre, me falla la memoria - que tiene un gran jardín a la entrada con una fuente de piedra. Si el día es soleado es maravilloso comer en él, rodeados de un silencio imposible de encontrar en ninguna otra parte de esta inmensa ciudad.
Después de comer podemos continuar con la visita de la Mezquita Azul. Es un lugar de culto totalmente activo así que debemos seguir las recomendaciones ya explicadas con la mezquita de Suleymaniye. Me reitero en lo que dije anteriormente : vista Suleymaniye, el resto de mezquitas de Estambul son menos de lo mismo y su visita puede ser obviada.
En un lateral de la mezquita encontraréis los restos del hipódromo de Constantinopla. En realidad no queda nada, sólo una par de columnas que en su época marcaban la curva donde las cuádrigas giraban. Como los restos del que otrora fuera el más importante imperio de Europa son tan escasas merece la pena visitarlas. Sólo os tomará unos minutos.
A continuación recomiendo Topkapi. No es mi visita favorita si se toma como una visita concienzuda ya que puede ser muy cansada. Topkapi fue el palacio de los sultanes - por cierto, los turcos hablan siempre de 'padisháh', un nombre de reminiscencias persas, y no le llaman nunca sultan - desde prácticamente la toma de Constantinopla hasta mediados del siglo XIX, cuando el sultán de turno consideró que la construcción ya no era suficientemente cómoda, trasladándose al palacio de Dolmabaçe que más tarde también visitaremos. Topkapi carece de perfil en una ciudad dominada por lo aparatoso. Desde diversos puntos de la ciudad apenas destaca la Adalet Kulesi - Torre de la Justicia - que nos puede recordar el tejado rectangular de un campanario de iglesia. En el interior del recinto hay muchas cosas destacables. Topkapi se compone de un entramado de edificios con diversas funciones : aposentos reales, cocinas, sala de reuniones del consejo de gobierno ... todos ellos interconectados a través de una red que caminos que atraviesan exquisitos jardines. He visitado Topkapi en invierno bajo una persistente llovizna y francamente no entiendo cómo era posible una vida mínimamente digna cruzando los caminos del jardín con una humedad y un frio que se meten en el cuerpo como puñales asesinos.
Topkapi guarda un tesoro auténtico de oro y alhajas acumulados por los sultanes otomanos. Es por esa razón que el ejército custodia el recinto y los turistas pasan a través de arcos detectores y sus pertenencias por máquinas de rayos x. Hay oro en abundancia - una de las mayores acumulaciones que se pueden encontrar concentradas en un único lugar en todo el Mundo - y piedras preciosas, como el tercer mayor diamante del Mundo o la esmeralda que adorna la daga del sultán. Precisamente una famosa película de los años sesenta dirigida por Jules Dassin y protagonizada por Maximilian Schell, Melina Mercouri y Peter Ustinov titulada inequívocamente "Topkapi" trataba sobre el intento de robo de dicha daga por parte de una banda internacional de ladrones. Menos material, pero de un valor espiritual mucho mayor, algunas salas albergan reliquias musulmanas como una sandalia del Profeta - o el molde, no lo recuerdo - , su espada y las antiguas puertas de la mezquita de la Meca.
También es interesante contemplar la colección de cerámica china alojada en las antiguas cocinas pero sobretodo recomiendo pasear con calma por los jardines hasta el mirador de bronce que domina el Mármara y el inicio del Bósforo, una panorámica única y embriagadora que ninguna guia de viaje podrá jamás describir. Es una lástima que Topkapi no abra al amanecer para permitir ver la aparición del sol sobre Anatolia a través del belvedere de bronce. Debe ser una experiencia fascinante.
Tras las visitas a Topkapi, Hagia Sofia y tal vez la Mezquita Azul nos quedaría anotar, si de un marcador deportivo se tratara, las visitas a las cisternas subterráneas y el Gran Bazar. El Gran Bazar me da grima. No me gustan las compras ni tampoco los vendedores pesados. Tampoco me agrada que pese a ir vestido como un turco y no haber abierto la boca me saluden de inmediato en español, pasándose por el arco del triunfo mi estudiado disfraz. Creo que fui una vez y salí huyendo despavorido aunque imagino que para los amantes de las compras debe ser el paraíso.
Muchísimo más interesante es la visita a las antiguas cisternas subterráneas de Constantinopla, denominadas Yerebatan Sarnici. Son interesantes por ser una muestra de la ingeniera hidráulica romana y por ser también una de las pocas muestras que quedan del Imperio Bizantino (aparte de Hagia Sofia, algunos restos de murallas y poquísimas iglesias). Se encuentran al lado de Hagia Sofia poseyendo 1700 años de antigüedad y aún hoy en día podrían ser perfectamente funcionales. Si además os habéis decidido con ir al gran bazar cubierto (Kapaliçarsi, pronúnciese kapalechárshe) simplemente tenéis que subir esa misma calle todo recto.
También podéis visitar el Museo Arqueológico. Se encuentra al final de aquella calle empedrada que habíamos visto que comenzaba a la entrada de Topkapi. Es un museo un poco decepcionante. Cuenta con buenas piezas pero se nota descuido y falta de dinero. Recuerdo que me impresionó una cornucopia que conservaba los colores originales - puesto que las esculturas griegas estaban pintadas y la falta de color actúal se debe únicamente a que los pigmentos no soportaron el paso del tiempo - y unas tumbas fenicias con bajorrelives muy hermosos.
No sé dónde vais a dormir, pero imagino que habéis elegido algún hotel de Beyoglu, cerca de Istiklal. Como mucho os permito un hotel o albergue en la siempre tranquila Sultanahmet. Nunca elijáis un hotel en Taksim ya que son horribles y la zona es sucia y ruidosa. Así que vamos a desandar el camino regresando por la carretera que bordea la costa. Se denomina Calle Kennedy (Kennedy Cadesi) y ahora ya estará anocheciendo o será noche cerrada. Es muy espectacular observar tan cerca de la costa los buques anclados en el Mármara esperando que el práctico los conduzca al Mar Negro (Karadeniz). El estrecho del Bósforo es peligroso y los barcos pueden embarrancar fácilmente. Por tanto no se les permite navegar libremente, sino que deben ser conducidos por un práctico asignado por las autoridades marítimas locales. Esta espera da lugar a postales fantasmagóricas de buques anclados casi a tiro de piedra de la costa y de uno, el elegido, que avanza lentamente acompañándonos en nuestro paseo de vuelta a Taksim.
Espero que el regreso os haya servido para contemplar detalles que habiáis pasado por alto al ir hacia Sultanahmet.
Recordad que quedamos en ir a cenar a Haci Baba, en Istiklal y ahora sí que os merecéis una buena cena. Al abandonar el restaurante, panza feliz y bolsillo vacio, lo hacéis por una calle lateral. Bajo la escalera hay una fuente donde los visitantes lanzan monedas deseando volver a Istanbul algún día. No dejéis de hacerlo porque seguro que volveréis.
En próximas entregas os planificaré otros días de visita. Primero recorreremos el Cuerno de Oro (Haliç), para ver el Museo Rahmi Koç, Miniaturk y el Café Pierre Lotti. Más adelante haremos Besiktas y Ortaköy, con repasos a Dolmabahçe, Çiragan y el primer puente sobre el Bósoforo. El tercer día haremos cruceros por las islas del Mármara y el Bósforo (Heybeliada, Buyukada, Rumeli Hisar, Anadolu hisar, Karadeniz y Universidad del Bósforo). Finalmente haremos la mágica travesía de Europa a Asia visitando Usküdar y Kadiköy, la Kiz Kusesi y la Avenida Bagdat. Todo eso mientras comemos lo mejor de la gastronomía turca ¡ No faltéis !